Passar la nit pels armaris: manos que buscan en el campo para calmar el hambre en la posguerra.

«Pilar i Dolors: mi madre bañándome en el barreño»

Hija y nieta de campesinos que tuvieron que dejar el pueblo para labrarse «un futuro mejor», Pilar Sampietro Colom nació en Barcelona. Para ella, la memoria es algo de lo que no se puede desprender. Saber de dónde venimos, cómo vivieron los nuestros, qué podemos transmitir y contar a los que vienen. Gracias a ella descubrimos en Almáciga Passar la nit pels armaris, una expresión poco conocida y curiosa que trae consigo recuerdos, pobreza y hambre. Hablamos con Pilar sobre esta expresión que borra en un segundo la nostalgia y el peligro de caer en la simple certeza de que tiempos pasados siempre fueron mejores.

-¿Qué relación tienes con tu familia, Pilar? ¿De qué lugar sois, a qué os habéis dedicado? ¿Qué significaba tu abuela para ti?

Yo ya nací en Barcelona. Mi madre se trasladó a la gran ciudad, Barcelona huyendo de la miseria en la que vivía en la pequeña localidad de Olot, lugar donde comenzó a resurgir en la postguerra la industria del textil y también cárnica. Mi madre Dolors trabajaba desde los 12 años en la fábrica hilando calcetines, como mi abuela Clara. Vivían en una pobreza extrema, que se agrava después de la muerte por tuberculosis del padre Pep (mi abuelo materno) y el hermano de mi madre (Joan). Mi padre Miquel estaba haciendo el servicio militar en Olot, mi madre lo conoció, se enamoró de él y a partir de ahí nació para ella la posibilidad de acceder a una vida mejor en Barcelona, donde ya vivía mi padre, Miquel. Él también viene de una zona rural, Boltaña, en el pirineo aragonés, y pasó su infancia cuidando cabras como mi abuelo, que era pastor en Nerín, su pueblo.

«Iaia Clara i tieta Maria. Mi abuela ( la más pequeñita) y mi tia junto a mi tatarabuelo Josep. Esta foto creo que es de 1906- 1907»

Mi abuela Clara nació en Santa Pau, un pueblito cercano a Olot en la casa familiar llamada: Ca l’ui (Ca l’Ull sería correctamente en catalán) significa La Casa del ojo, porque las personas que nacimos allí tenemos los ojos muy grandes…(yo esto lo he heredado). La foto que te he mandado con mi bisabuelo se hizo frente a esta casa. Uno de mis antepasados se la jugó a las cartas y ya no nos pertenece, lo que hizo que mi abuela marchara recién casada a buscarse la vida primero con su marido Pep y su hijo mayor Joan a la Colonia Textil de La Mambla d´ Oris (allí nació mi madre).  Y pasada la guerra civil se instalaron definitivamente en Olot. Pero las condiciones laborales de la fábrica eran tan duras y el sueldo tan pequeño que no les llegaba para alimentarse. Por eso entre las familias pobres decían esa frase «Anem a passar la nit pels armaris» (vamos a pasar la noche por los armarios) Buscaban de noche en los campos algo para alimentarse. Clara trabajó en la Fábrica textil hilando calcetines hasta bien mayor, cuando pudo trasladarse a vivir con nosotros al piso de Barcelona.
Mi padre Miguel heredó el negocio de sastre de mi abuelo Miguel «El Buen Paño» (el que era pastor de cabras en Nerín y que se reinventó a sastre al llegar a la ciudad). Mi madre cosía en el taller de mi padre recién casada, y más tarde pudo abrir una tiendecita de ropa en la planta baja de edificio de Barcelona (Ronda Sant Antoni, 20). La cerraron al jubilarse. La sastrería de mi padre fue una de las primeras en acceder el pago a plazo de los trajes para la gente humilde de la ciudad, en concreto tenia muchos clientes que vivian en las barracas de Montjuic, yo recuerdo acompañarlo allí los domingos para cobrar cada semana.

Iaia Clara cosint.

Yo he estado muy unida a mi abuela Clara. Ha sido mi guía,mi madrina, mi madre también porque hemos pasado muchos momentos juntas. Me explicaba cómo abortaba con unas agujas de media en el pequeño lavabo del piso de Olot… y bueno, como familia tenemos una historia bien entretenida la verdad… imagino que como todas. Por ella, mi hija mayor se llama Clara, como yo también. .

-Passar la nit pels armaris: Me escribiste en el formulario que era algo que te contaba tu abuela. ¿Recuerdas la primera vez que te lo contó? ¿Cómo fue? ¿Lo contaba con pena, enfadada? ¿Qué te produce a ti esta expresión? ¿Es conocida en tu tierra o solo la conoces por tu familia?  

Mi abuela Clara siempre me explicó lo mal que lo habían pasado en su vida en Olot. Ella era muy como su nombre…¡una persona muy clara! Decía las cosas como las pensaba. Muy valiente, sobrevivía al fin y al cabo, una obrera luchadora. Me contaba las historias de la familia para que no se olvidaran. Y «passar la nit pels armaris» era una de mis expresiones preferidas. No creo que mucha gente la conozca… todavía no me he topado con nadie que la dijera también. Es una pena que desaparezcan frases así, por eso me animé a compartirla contigo. No lo contaba con pena, ni mucho menos, era una mujer muy fuerte y tenía las cosas muy claras. Yo siento orgullo de mis raíces. Creo que mi vida con mi abuela me ha hecho como soy, una persona muy comprometida socialmente y esos mismo lo he trasladado a mis hijas, Clara y Blanca.. Ellas siguen ahora una deriva feminista que me enorgullece, aprendo de ellas cada día. 

Me gustó mucho leer que se la habías transmitido a tus hijas, para que no se pierda. ¿Por qué crees que es importante que conozcamos esta expresión? ¿Cómo reaccionaron tus hijas cuando la conocieron? ¿Ellas cuentan también la expresión?

Mis hijas, Clara y Blanca, se han formado en el núcleo de una pareja muy humanista, amante de la libertad y de la tierra, de la naturaleza y del respeto. Así que ellas son personas también muy comprometidas. De bien pequeñas han oído hablar de su abuela Clara, de su vida en Olot, de la miseria de posguerra. Clara, mi hija mayor, muy empoderada, es licenciada en Historia del Arte y gran amante de la pastelería de vanguardia. Ha tenido una relación muy intensa con mi madre Dolors, hasta el día que murió, hace pocos años. Mi madre pasó los últimos diez años muy malos, Clara y Blanca me ayudaban en las tareas más duras de limpieza y cuidado… esto las ha hecho fuertes y grandes personas. Blanca, mi hija menor, está estudiando Antropología, es muy feminista y muy comprometida también. Con ella tenemos algunos asuntos de recuperación de la memoria histórica familiar: una prima-hermana de mi madre que apareció hace muy poquito, que se llama igual que mi madre, Dolors. Esta historia es preciosa porque antes de que muriera mi madre se reencontraron las dos Dolors y mi madre le pudo explicar cómo era su madre biológica… muy emotivo. Ahora tenemos una familia más extensa. Otra herida pendiente es mi tío-abuelo Miquel (hermano de Clara y María) que murió en la batalla del Ebro luchando en el bando republicano y aún no lo tenemos localizado. 
Como compruebas mi vida está plagada de Migueles, Claras, Dolors y Blancas.  Y sí, mis hijas cuentan orgullosas esta expresión. De vez en cuando se la vuelvo a refrescar para que no la olviden. 

Iaia Clara arbre.

*fotografías del archivo de Pilar.

Si conocéis más historias y significados sobre esta expresión, o queréis compartir nuevas para alimentar esta almáciga, podéis hacerlo aquí.

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